| Todos dicen palabrotas.

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El impacto de las palabrotas en la tolerancia al dolor y el rendimiento físico

Ese momento cuando te golpeas el dedo pequeño del pie en el borde de una mesa, o estás en tu cuarta repetición en el gimnasio y sientes que estás a punto de explotar, y de repente, se te escapa una jugosa palabrota. 😅

Pero, ¿y si te dijéramos que no hay necesidad de sentirse avergonzado? De hecho, esa misma palabrota podría ser lo que te esté ayudando a superar el dolor o a terminar esa repetición final.

Estudios científicos sugieren que decir palabrotas no es solo una vía emocional, sino que realmente puede mejorar el rendimiento físico y aumentar la tolerancia al dolor. Así que la próxima vez que grites algo desagradable en el press de banca, no estás siendo vulgar: estás optimizando, científicamente. 😄

En este blog, exploraremos cómo las palabrotas afectan tu cuerpo y cerebro, y por qué un exabrupto bien sincronizado podría funcionar mejor que el discurso motivacional de tu entrenador.

Un hombre está levantando pesas y diciendo palabrotas en voz baja

La Ciencia También Dice Palabrotas – Aunque con Bata de Laboratorio

Podrías haber pensado que decir palabrotas es solo una herramienta para manejar la ira diaria, provocada por el dolor o la frustración. Pero esas palabras no solo resuenan en los vestuarios del gimnasio o cuando te golpeas el codo en la encimera de la cocina, sino que también han llegado a los laboratorios de investigación.

Varios estudios científicos han investigado qué le sucede al cuerpo y al cerebro cuando alguien dice palabrotas. ¿Y la respuesta? Sorprendentemente consistente: decir palabrotas tiene un efecto medible tanto en la tolerancia al dolor como en el rendimiento físico.

Ahora veamos tres experimentos verdaderamente fascinantes e instructivos que demuestran que decir palabrotas es más que un uso colorido del lenguaje.

El Efecto de las Palabrotas en el Rendimiento Físico – Un Estudio de Revisión

Autores: Nicholas B. Washmuth, Richard Stephens, Christopher G. Ballmann Año: 2024 Fuente: Frontiers in Psychology


El Experimento

En este estudio de revisión, Washmuth, Stephens y Ballmann recopilaron los hallazgos de experimentos previos que examinaron cómo las palabrotas afectan el rendimiento físico de corta duración e intensidad alta. Los estudios seleccionados involucraron a participantes realizando varias pruebas físicas: tales como evaluaciones de fuerza de agarre, sprints de ciclismo, o tareas de esfuerzo isométrico, mientras usaban una de dos estrategias verbales: ya sea repitiendo una palabrota elegida libremente o una palabra neutral y sin emoción.

Los resultados mostraron consistentemente que los grupos que decían palabrotas superaban a aquellos que usaban palabras neutrales. Produjeron una fuerza de agarre más fuerte, mayor producción de vatios en la bicicleta y mayor resistencia bajo condiciones dolorosas o extenuantes. Los participantes también reportaron sentir menos dolor y fatiga, sin diferencias significativas en la frecuencia cardíaca o la presión arterial, lo que sugiere que el efecto no se debía simplemente a la excitación física.

Los investigadores propusieron que decir palabrotas desencadena una forma de liberación psicológica: reduce la auto-inhibición y mejora las respuestas neuronales asociadas con la agresión o el esfuerzo intensivo, aumentando así el rendimiento a corto plazo. Además, parece que las palabrotas reencuadran la percepción del dolor, ayudando a los participantes a soportar incomodidades por más tiempo. La revisión enfatiza que el efecto de las palabrotas no es solo una impresión psicológica: es un fenómeno respaldado por datos medibles y consistentes.

Un japonés y un británico antes del experimento

Esta imagen es solo para fines ilustrativos y puede no representar el experimento real.

El Efecto Analgésico de las Palabrotas en Diferentes Culturas

Investigadores: Olivia Robertson, Sarita Jane Robinson, Richard Stephens Año: 2017 Fuente: Sciencedirect


El Experimento

Este estudio exploró cómo las palabrotas afectan la percepción del dolor, y si ese efecto difiere entre personas del Reino Unido y Japón, dos culturas con normas muy diferentes acerca de decir palabrotas. Los investigadores utilizaron una tarea de prensor frío, en la que los participantes tenían que sumergir sus manos en agua helada mientras repetían una palabrota o una palabra neutral. En la cultura británica, decir palabrotas es una respuesta común al dolor, mientras que en la japonesa es raro y carece de un ‘guion’ aprendido. Los investigadores plantearon la hipótesis de que los participantes japoneses serían más sensibles al dolor, y que decir palabrotas no reduciría su incomodidad debido a su falta de familiaridad en su contexto cultural.

Resultados

Los resultados mostraron que los participantes japoneses efectivamente informaron un dolor más fuerte y mantuvieron sus manos en el agua helada por menos tiempo que los participantes británicos, lo cual fue confirmado estadísticamente con niveles de significancia de p < 0.005 y p < 0.05, lo que significa que las diferencias observadas son muy poco probables que se deban al azar (en estadística, un p-valor más pequeño significa mayor confianza en el resultado—0.005, por ejemplo, significa un 99.5% de certeza).

Sorprendentemente, el uso de palabrotas aumentó la tolerancia al dolor en ambos grupos, este efecto también fue estadísticamente significativo, con p < 0.001, indicando un 99.9% de certeza de que las palabrotas ayudaron. No hubo diferencia en el efecto de las palabrotas entre los dos grupos (p = 0.96), lo que significa que el impacto de las palabrotas no dependía de la familiaridad cultural o el uso habitual.

Los investigadores concluyeron que el efecto analgésico de las palabrotas no depende culturalmente, sino que probablemente se base en mecanismos biológicos universales, posiblemente involucrando los sistemas endógenos de alivio del dolor del cerebro. En otras palabras, las palabrotas pueden ayudar a cualquiera a lidiar con el dolor, independientemente de su origen, y pueden ser una herramienta simple y efectiva en situaciones dolorosas.

La Relación entre Decir Palabrotas y la Tolerancia al Dolor – El Papel de la Frecuencia Diaria de Uso de Palabrotas

Investigadores: Richard Stephens y Claudia Umland Año: 2011 Fuente: https://www.jpain.org/article/S1526-5900(11)00762-0/fulltext


El Experimento

Este estudio investigó si el efecto analgésico de decir palabrotas está influenciado por la frecuencia con la que las personas las dicen en su vida diaria. Los investigadores plantearon la hipótesis de que la frecuencia de decir palabrotas podría reducir la efectividad de las mismas como herramienta para enfrentar el dolor debido a la habituación.

Los participantes participaron en una prueba de prensor frío, en la cual sumergieron sus manos en agua helada. En una condición, repetían una palabrota de su elección; en la otra, repetían una palabra neutral. Los investigadores midieron cuánto tiempo podía cada participante tolerar el frío y registraron sus valoraciones subjetivas del dolor. Además, los participantes completaron un cuestionario sobre la frecuencia con la que usan palabrotas en la vida cotidiana.

Resultados

Los resultados mostraron que el uso de palabrotas incrementó la tolerancia al dolor y redujo la percepción general del mismo. Sin embargo, los participantes que informaron usar palabrotas con más frecuencia en su vida diaria experimentaron un efecto analgésico más débil durante la prueba. Esto sugiere que el uso regular de palabrotas puede disminuir su efectividad como estrategia de manejo del dolor, probablemente debido a la desensibilización o a una intensidad emocional reducida.

Los investigadores concluyeron que, aunque decir palabrotas puede ser una herramienta poderosa a corto plazo para aumentar la tolerancia al dolor, su efectividad puede disminuir en quienes la usan en exceso. Para preservar su efecto analgésico, podría ser sabio usar las palabrotas con moderación en la vida diaria.

Un hombre regordete tratando de hacer dominadas de manera divertida

Cuidando las Palabrotas – Tu Cerebro También lo Haría

Por sorprendente que parezca, decir palabrotas no es solo un desliz de lengua o un traspié cultural, es en realidad una fascinante respuesta neurológica que nuestro cerebro parece tomar muy en serio. La investigación muestra que cuando decimos palabrotas, el sistema límbico entra en acción, la percepción del dolor se altera, el control inhibitorio se relaja y, de alguna manera, el cuerpo funciona mejor de lo que lo haría sin la maldición.

Y si lo piensas, tiene sentido: el lenguaje no es solo cuestión de comunicación, también es una arma, un mecanismo de defensa y una herramienta de supervivencia. A veces, una palabrota bien sincronizada no solo dice “Esto duele,” sino “No he terminado todavía.”

Pero no exageres. Uno de los estudios mostró que decir palabrotas frecuentemente reduce el efecto analgésico, probablemente porque tu cerebro simplemente se acostumbra, como el tercer café que ya ni siquiera te despierta. Y seamos honestos: todavía hay lugares donde soltar palabrotas cada dos frases no es precisamente encantador.

Así que la próxima vez que alguien pregunte por qué soltaste una palabrota durante tu última dominada, siéntete libre de decir: “Estoy probando estrategias de modulación verbal del dolor. Estilo aleatorizado y controlado.” 😎

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